9 Concede, pues, a tu siervo, un corazón que entienda para juzgar a tu
pueblo, para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién será
capaz de
juzgar a este pueblo tuyo tan grande?»
10 Plugo a los ojos del Señor esta súplica de Salomón,
11 y le dijo Dios: «Porque has pedido esto y, en vez de pedir para ti
larga vida, riquezas, o la muerte de tus enemigos, has pedido discernimiento
para saber juzgar,
12 cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo
hubo antes de ti ni lo habrá después.
13 También te concedo lo que no has pedido, riquezas y gloria, como
no tuvo nadie entre los reyes.
14 Si andas por mis caminos, guardando mis preceptos y mis
mandamientos, como anduvo David tu padre, yo prolongaré tus días.»
15 Se despertó Salomón y era un sueño. Entró en Jerusalén y se puso
delante del arca de la alianza del Señor; ofreció holocaustos y sacrificios de
comunión y dio un banquete a todos sus servidores.
16 Vinieron por entonces al rey dos prostitutas y se presentaron ante
él.
17 Una de las mujeres dijo: «Oyeme, mi señor. Yo y esta mujer
vivíamos en una misma casa, y yo he dado a luz, estando ella conmigo en la
casa.